Cuento “Las cinco de la tarde en algún lado” de Contanza Gutiérrez publicado en The Clinic

[vc_row][vc_column][vc_column_text]El cuento ganador del Primer concurso literario sobre la ilegadlidad de la marihuana en Chile (ojalá el último) fue publicado íntegro en el diario The Clinic. A continuación “Las cinco de la tarde en algún lado” de Constanza Gutiérrez.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_gallery interval=”5″ images=”857,858″][/vc_column][/vc_row]

“La Pollera Ediciones y la mano del destino”, entrevista en Objeto: libro

La Pollera es la editorial chilena que publicó a José Edwards, Gabriela Mistral y su versión extendida de Poema de Chile, y por estos días se encuentra preparando una edición de Juan Emar. Tiene apenas dos años de existencia, y de manera muy azarosa, ha ido armando una interesante línea de recuperación histórica de la literatura chilena.

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“20.000. Diez relatos espeluznantes” por Rodrigo Pinto para Revista El Sábado

La legalización de la producción y el consumo de la marihuana en Uruguay ha reabierto un debate mundial sobre una droga cuya peligrosidad ha sido muy cuestionada. La ley 20.000 penaliza el tráfico de marihuana. No así el consumo, pero, para consumir, hay que tener; y eso abre dos opciones: el autocultivo -penado por la misma ley- y el recurso a las redes de narcotráfico. De ello tratan estos diez cuentos, como lo aclara el subtítulo: “Una ley que fabrica delincuentes en un país donde nadie está a salvo”. En la introducción, los editores dicen que “no estamos discutiendo los beneficios o depravaciones de un vegetal casualmente llamado droga en vez de ensalada. Lo que buscamos es demostrar que la persecución es siniestra y es una solución retrógrada al problema de la drogadicción (si es que la marihuana juega un rol en eso)”. Para encontrar los relatos organizaron el Primer Concurso Literario Sobre la Ilegalidad de la Marihuana en Chile.

Algunos cuentos, como es previsible, rondan la innecesaria truculencia, especialmente los dos primeros, “Por veinte lucas” y “Sin pepas”. “Euforia” es un relato que juega con la idea de que la legalización universal de la marihuana tendría efectos devastadores en la sociedad. Hay otros cuentos cuyo valor es más testimonial y didáctico: “Cronología del daño” y “Por la madre, cualquier cosa”, apuntan hacia el riesgo del autocultivo; en la misma línea, pero desde la perspectiva de un policía arrepentido que a la vez apunta a la corrupción que protege el narcotráfico, se inscribe “Relato de un antihéroe”. “El profesor” y “Solo fui a comprar” tocan el microtráfico. Este último es uno de los más logrados; la trama es obvia, se trata de comprar droga, pero el estilo coloquial del relato capta muy bien la sensación de riesgo y peligro: “Todo lo que tuve que hacer me lo hicieron quienes permiten que esto se mantenga así. Esta vez no me atraparon los pacos ni los delincuentes, pero sí me atraparon. Me sentí un delincuente más, un delincuente sin culpa ni delito”. “100 sensaciones” sitúa la marihuana como parte central en una historia de amor. “Las cinco de la tarde en alguna parte” es otro cuento muy bien escrito y quizá el más imaginativo: ya no se trata de la marihuana, esta vez es otro producto de consumo habitual el perseguido por la ley, y el juego paródico que levanta la autora es de lo mejor del libro.

Varios autores. Libros de la Pollera. Santiago, 2013. 135 páginas.

“Lanzan espeluznante antología con relatos sobre la ilegalidad de la marihuana” por Patricio González en El Mostrador

Fuente: El Mostrador

El dibujo de un tipo medio frankensteineano fumándose un pito de marihuana con los ojos bien rojos (ilustración de Rafael Edwards). La estela del humo del pito forma el cero final que completa la cifra 20.000. Y arriba se lee: “Una ley que fabrica delincuentes en un país donde nadie está a salvo”.

Esta es la portada de la antología 20.000. Diez relatos espeluznantes de la editorial Libros de la Pollera, obra que reúne los diez mejores cuentos del Primer Concurso Literario sobre la Ilegalidad de la Marihuana en Chile y que el sábado 21 de diciembre fue lanzada dentro de las actividades de la Furia del Libro.

El número alude a la  Ley 20.000, ley de drogas y estupefacientes de Chile que establece las penas para el tráfico de sustancias estupefacientes o sicotrópicas ilícitas, entre las que se cuenta la marihuana, considerada en Chile como una droga capaz de producir “dependencia física o síquica”, y “graves efectos tóxicos o daños considerables a la salud”.

Las multas que establece dicha herramienta legal respecto a una persona que planta, cultiva o cosecha sin autorización plantas del género cannabis (cáñamo o marihuana) fluctúan entre 40 y 400 UTM y prisión de tres a 20 años. También se penaliza el comprar, vender, regalar, compartir, transportar,  permutar, etc., pero no es delito consumir, excepto, claro está,  si demuestra que esa planta es para consumo personal y próximo en el tiempo. Para tal caso, se aplican las mismas sanciones que por consumo en la vía pública, a menos que se demuestre que la tenencia de la planta obedece a un tratamiento médico.

PrintSimón Ergas, editor de Libros de la Pollera y cabeza organizadora del concurso, junto con Nicolás Leyton, aclara que este concurso literario solo busca formas de expresión sobre el tema de la ilegalidad de la marihuana en Chile. Explica que no fueron seleccionados grandiosos textos que apuntaban a la valoración subjetiva de la hierba, ni tampoco quisieron meterse en ese tema: “Ya está todo dicho, lo que queda son discusiones bastante personales”, dice.

“Lo único que identificamos y de lo que propusimos escribir es sobre el siniestro escenario impuesto por la ley 20.000, sobre una droga que casi no lo es, que es una planta sin aditivos, que es algo tan natural como el té; sobre esto se cierne una amenaza de violencia tanto desde el narcotráfico como desde la policía. El fumador de marihuana está solo y perseguido por todos”, señala Ergas.

Cuando le preguntamos “a pito de qué” nació esta iniciativa, el editor ilustra su respuesta con un cuento que está en la antología, “Cronología del daño”. Ese relato “cuenta una historia de una familia común y corriente cuyo padre, de pronto, cae preso por un montón de marihuana que guardaba en su patio. ¿Era fumador? Probablemente, pero no estamos hablando de eso, sino de las consecuencias, como le pasó a Manuel Lagos, porque no fue algo que él hizo, sino algo que le pasó, un accidente, ser víctima de uno de los engranajes maltrechos y nunca reparados de la máquina”, afirma.

Según Ergas “todo esto es muy cruel y hay una necesidad imperiosa por cambiar la ley 20.000, ya sea por reducir la violencia innecesaria, ya sea para no obligar a los montones de fumadores a ingresar al mundo del narcotráfico”.

El paso que quisieron dar con este concurso fue mostrar, contar las historias íntimas detrás de quienes fuman la hierba. “Convocar a un concurso que sea netamente enfocado en el desagrado que trae para todos (consumidores y no) esta ley”, dice.

Entre esas historias íntimas hay un cuento en la selección que se llama “Euforia”, en el que el autor especula sobre un futuro en el que se legaliza la hierba y grandes conglomerados rápidamente privatizan las semillas y le agregan componentes genéticos acelerantes y adictivos, cuenta el editor. Además, hay historias sobre compras de pitos en barrios marginales y otras como el calvario de conseguir la hierba para un pariente que padece de cáncer que pueda aliviar los dolores de su enfermedad.

El jurado del concurso estuvo compuesto por Alejandro Zambra, Nelson Ávila, Álvaro Bisama y Simón Espinosa.

El aporte de la iniciativa

Respecto a si iniciativas como esta sirven para ampliar la estrecha concepción legal y social sobre el uso y consumo de la marihuana, Ergas no se pronuncia y sí deja en claro que la intención de este concurso es hacer entender que “la mayoría de los fumadores de marihuana no son delincuentes, no andan acechando jovencitas detrás de los paraderos, ni son grandes empresarios que por corazón les late una tabla Excel. Es gente, normal, escritores y de otras profesiones, quienes nos cuentan en este libro cómo ha sido la cosa para ellos. Obviamente hay un componente literario y estilístico: esto es ficción”, aclara.

El editor piensa que el debate sobre la legalidad de la marihuana solo se abrirá cuando en nuestro país nos atrevamos a hacerlo. Sostiene que es absolutamente necesario que no sea ilegal. “Ahora, lo que importa es evitar la criminalización, la violencia que nace de todo esto, la persecución, en otras palabras, el miedo”.

Consultado sobre el paso dado por Uruguay en torno a la legalización, señala que “lo más valioso es que no tienen miedo en decirnos que es un experimento, que no tienen absoluta certeza de si va a funcionar”.

 La filosofía del garrote no nos gusta

Ergas desconoce el aporte de la marihuana en una sociedad que permita su uso libre y tampoco se pronuncia sobre las restricciones que pondría en su consumo. “Lo que cada uno haga con su vida no es asunto nuestro. Lo que sí estoy seguro es que la filosofía del garrote no nos gusta. Hoy por ejemplo no nos dejan abortar, y mientras sí un par de diputados discuten si es angelical o demoniaco, la gente lo hace clandestinamente, donde si no se mueren, se van presos. Todo eso es innecesario: prohibir desenfrenadamente en vez de conversar, de educarnos y ayudarnos”, afirma.

Desde el punto de vista del concurso literario que hicieron, el editor no se cuestiona el porqué la marihuana ha sido tan prohibida y ni tampoco ahonda en la relación política-cultural-simbólica que hay detrás de la represión-restricción que establece la ley. “Si es buena o mala son cosas que tendremos tiempo para discutir y descubrir una vez que detengamos lo urgente: la tortura que puede caer sobre cualquiera de nosotros y en cualquier momento”, enfatiza.

Insiste en que detras del concurso lo que les preocupó principalmente fue el etema de la ilegalidad y las consecuencias infladas que se pudiesen padecer al respecto.

Hay muchos artistas que fuman hierba. ¿Ayuda en los procesos creativos la marihuana?

Seguro. Quizás sí, la hierba te hace razonar de manera muy especial, pero probablemente te canses antes. ¿Te tomaste una bebida energética para ir al trabajo? La hierba es lo mismo, pero para el otro lado. Un ingrediente que puedes decidir tener o no en tu propia vida, y que probablemente no influya a nadie más que a ti.

¿Cómo sería nuestra sociedad si legalizaran la marihuana?

Una sociedad más sana. Nos hemos puesto, décadas tras décadas, convicciones que nos visten de pies a cabeza y ya casi no nos dejan ver. La marihuana es uno de tantos otros temas que hay que enfrentar no porque queramos fumar hasta morir, sino solo porque la gente lo sigue haciendo. Hay una parafernalia horrorosa y que nadie necesita, ni perseguidores ni perseguidos.

” Libro de cuentos espeluznantes le sale al paso a la ley antimarihuana” por Rodrigo Castillo para Las Últimas Noticias

E s el primero y sus organizadores quieren que también sea el último. Hablamos del Concurso Literario sobre la Ilegalidad de la Marihuana en Chile.

Ideada por el escritor-editor Simón Ergas y su socio Nicolás Leyton, la competencia ha tenido un propósito bien específico: mostrar, a través de cuentos enviados por autores jóvenes, las sensaciones de paranoia, indignación e impotencia derivadas de la puesta en vigencia de la controvertida ley 20.000, que convirtió a la marihuana en el algo más luciferino que el mismísimo Diablo.

De los casi cien trabajos participantes, el jurado seleccionó los que ahora conforman 20.000: diez relatos espeluznantes , volumen editado por el sello La Pollera que será lanzado este sábado en el marco de la Furia del Libro (ver recuadro), ocasión en la que además se dirá cuál de esos diez cuentos es el ganador del certamen.

“Este proyecto, el concurso, se nos ocurrió en la época en que Manuel Lagos estaba siendo procesado en virtud de la dichosa ley. Hubo en su favor conciertos, manifestaciones, campañas en internet, etcétera, pero de pronto comenzamos a cansarnos de la queja, del lloriqueo, de la súplica”, dice Ergas. “Entonces nos pusimos en la cabeza la idea de que lo que estaba haciendo la ley 20.000 era siniestro, y una manera de probarlo era exhibir ejemplos o pensamientos en torno al tema, demostrar que los fumadores de marihuana, en su inmensa mayoría, no son delincuentes hasta el momento en que son obligados a serlo”.

Situaciones extremas. Entre las historias reunidas en el libro 20.000 es posible encontrar experiencias de compras de pitos en barrios marginales, situaciones extremas de personas que buscan en la marihuana alivio para los dolores de parientes gravemente enfermos, y hasta una pieza futurista en la que la legalización de la marihuana despierta la codicia del empresariado, dando origen a un irreversible desastre económico.

Literatura y vida. El escritor Álvaro Bisama, integrante del jurado del concurso, opina que la iniciativa ha sido necesaria. “Es una instancia”, dice, “que permite expresar vivencias, experiencias, en un punto donde la literatura se cruza con la vida, y que da la oportunidad de exorcizar cosas que quizás no aparecerían en un concurso literario normal. En estos relatos hay rabia contenida pero también hay, en los autores, un deseo de contar, de narrar, de hablar de sí mismos”.

Abajo los mitos. El ex parlamentario Nelson Ávila, también parte del equipo de jueces, comenta que el tema de la convocatoria ha sido “muy acertado”. Se explaya: “Asistimos al desmoronamiento de muchos mitos, en particular relativos a la cannabis. Nada mejor que la literatura para ponerlos de manifiesto a través de una variada gama de percepciones y sensibilidades. Estos relatos dejan al desnudo las contradicciones, anacronismos y falencias de la normativa vigente”.

Terror narrativo. “Nadie quiere vivir con miedo”, dice Simón Ergas acerca de la preocupación por la ley 20.000. “El concurso, en ese sentido, ha sido interesante, porque la propuesta era tremendamente específica: no cuentos de volados ni de hierba, sino sobre la ley, el espeluznante escenario en que nos pone esa ley y los cuentos que se construyen sobre la base del terror narrativo”.

 

“Poema de Chile” por Rodrigo Pinto en Revista El Sábado

La historia de este libro es rara y singularmente injusta. Tan injusta, en realidad, como el extraño trato que ha recibido Gabriela Mistral, tan ícono del orgullo patrio como escasamente leída y realmente apreciada. Hay actos de reparación -como las estupendas ediciones de Tala y Lagar por parte de la UDP-, que la sacan de la academia y la devuelven a los lectores de a pie. A ellos se suma esta edición -la más completa hasta la fecha- de su libro más ignorado y al que probablemente le dedicó más trabajo, 20 años; y no alcanzó a publicarlo en vida. En 1967 apareció una primera edición, realizada por Doris Dana, que pasó totalmente desapercibida; y, claro, eran tiempos agitados no solo por la política, sino que también en el ámbito poético: Lihn y Parra, Neruda y De Rokha, entre otros muchos, animaban una escena compleja y riquísima donde la estampa de la profesora rural no tenía mayor espacio.

Tras la muerte de Doris Dana y la cuidadosa investigación de la enorme cantidad de manuscritos que dejó Mistral, aparecieron 59 poemas que, por métrica, tema y estilo, indudablemente formaban parte de este largo recorrido por Chile de norte a sur, realizado por una mujer fantasma, un indiecito atacameño y un huemul pequeño que celebra, desde luego, la geografía del país y sus hitos más relevantes, pero es mucho más que eso: hay de fondo una exploración similar a la de sus Recados, una pregunta sobre la identidad, una reflexión sobre lo que nos constituye como comunidad cultural, que por sí sola hace de Poema de Chile un libro fundamental en la producción mistraliana. A ello hay que sumar el trabajo de Mistral con el lenguaje. Siempre en octosílabos, pero con distintas rimas y estrofas, la poeta logra un libro singularmente unitario, riquísimo en descubrimientos y versos que escapan largamente del recorrido fijado, como estos: “Porque algunas cosas son / a la vez buenas y malas, / tal como ocurre con hojas / de un lado aterciopeladas / y con el otro te dejan / con la palma ensangrentada. / Casi no parecen hojas, / parecen mujeres malas”. Hay mucho que contar sobre esta cita, pero basta como muestra de una manera de hacer crecer la poesía desde un viaje didáctico hasta una suerte de diario de vida que va llenando cada vez más de sentidos distintos sus páginas. Es de esperar que esta edición tenga mejor suerte que la de 1967, tanto porque es mucho más completa (59 de los 130 poemas estaban inéditos) como porque el libro se lo merece.

“José Edwards, escritor en la penumbra”. Por Mario Valdovinos para Artes y Letras.

La Pollera Ediciones recupera la obra de este autor de la generación del 38, quien en su escritura incorporó la duda metafísica, la crítica social, la ironía, la fantasía.  
Mario Valdovinos José Edwards era un arquitecto y su secreta pasión, la literatura. Cultivó los géneros del cuento, el ensayo, el teatro, el diario íntimo y el más paradojal de todos: el bajo perfil, el escritor en la penumbra, el autor inédito, tal vez con la esperanza de ser, en los años futuros, un escritor de culto. Vivió solo sesenta años y las fechas de nacimiento y muerte, 1910-1970, aparecen con la meticulosidad de un plano arquitectónico. Mantuvo amistad con Eduardo Anguita, quien lo estimuló y elogió; fue un autor treintaiochista, pero fuera de catálogo. Un fantasma de la generación de Manuel Rojas, Carlos Droguett, Volodia Teitelboim.

En su obra teatral Post Mortem , José Edwards construye una farsa sobre la otra vida. ¿Están fallecidos todos los personajes? Aparecen en su obra las dimensiones del teatro de la segunda mitad del siglo pasado, el esperpento, el absurdo, el existencialismo como tinglado filosófico del otro tinglado, el de la farsa, donde se mueven los personajes, Adán I y Adán II, disputándose a Eva, una mujer conservadora que anhela familia e hijos. La obra contrapone en su conflicto corrientes políticas e ideológicas: capitalismo/ socialismo, dictadura/democracia, empirismo/ racionalismo, ironizando todo. Si bien no llegó a estrenar su teatro, la ironía parece ser su mejor arma dramática.

En los cuentos de La imposible ruptura del señor espejo , fuera de las sugerentes ilustraciones de Rafael Edwards, su hijo, que preceden cada fragmento, destacan los relatos “Consultorio sentimental”, donde Stella Maris escribe una carta al profesor Rabindranath Mardones, pues necesita consejos ya que su amado Cristián no corta aún el cordón umbilical; “Orgía en el subterráneo”, en el que el señor Anubis le encarga al sastre Osiris Fuentes una serie de fracs para una celebración mortuoria, en el mausoleo de la familia Archipiélago; y “El hombre del sillón”, tal vez el más significativo en la línea narrativa que cultivó Edwards, empujado por el absurdo y el existencialismo, el narrador de la historia pasa todos los días en bus frente a una ventana abierta donde ve a un hombre sentado. Cuando ya no lo vea pasará a formar parte de sus sueños. El relato tiene una atmósfera kafkiana y recuerda paralelamente la cuentística de Juan Emar. “Post Data” es una declaración de principios, un arte poética, además de un alegato dirigido a Cristo por la recuperación de todo lo perdido.

En el volumen de ensayos Invitación al desorden , encontramos las secciones: I. Mitologías, donde destaca “El caos”: el universo dividido en amor, desamor y desorden, es tironeado por aquello que lo rige, el azar; II. Ensayos: en “A propósito del amor”, la tesis es que el amor se alimenta de su fracaso, de la constante imposibilidad de alcanzar su objetivo; y en “Carta cerrada”, dirige una epístola al demonio, residente en el infierno, con el propósito de esperar una respuesta, pues el coludo lo sabe, está dentro de todos; III. Diario íntimo, escrito entre 1965 y 1969, sus temas son: mitología, filosofía, historia, literatura, Sartre, Dostoievski, Mohomed Alí, la paz, el paraíso, la fe.

José Edwards dibujó con su confidencial y extensa obra una cartografía de su existencia, la escritura callada pero no desvaída de una bitácora. Usó las armas de su tiempo, la duda metafísica, la crítica social, la ironía, la fantasía. Pero prefirió permanecer en el anonimato. Los volúmenes publicados ahora por La Pollera Ediciones prueban que fue un error. Y le otorgan un gran valor a este rescate.

José Edwards fue un autor treintaiochista, pero fuera de catálogo.

“Poema de Chile” por Leonardo Sanhueza en Las Últimas Noticias

Los cuarenta mil manuscritos inéditos de Gabriela Mistral, que fueron celosamente conservados durante medio siglo por Doris Dana y que sólo en los últimos años han podido llegar a manos de los investigadores, se han ido revelando paulatinamente en diversas publicaciones. Más allá del obvio interés que revisten para los estudios mistralianos y del ruido que producen los papeles relativos a la vida íntima de la poeta, tal vez lo más relevante de todo ese caudal sea el hallazgo de textos en prosa y en verso que aumentan de manera significativa la breve obra poética de Gabriela Mistral, como sucedió hace unos años con la publicación de Almácigo.

Entre esos hallazgos, especialmente atractivo es el que da lugar a esta edición aumentadísima del Poema de Chile (que ya había sido publicada en el 2010, aunque en este caso “publicar” quizás sea mucho decir, porque el volumen se hizo humo –o era de humo, quién sabe– y ni siquiera está en el catálogo de la Biblioteca Nacional). A cargo de Diego del Pozo, el libro incluye 59 inéditos, con los que ha crecido casi al doble de la versión de 1967. Es un cambio sustantivo, que no sólo enriquece cuantitativamente la obra en su carácter de colección de estampas territoriales, sino que además le da una nueva consistencia estructural, ya que completa vacíos, reordena los textos y le da al libro un sentido que no tenía en sus versiones anteriores, marcadas por su condición aparentemente inconclusa.

Sin embargo, a pesar de no ser ésta una edición crítica, y justamente porque aún no se dispone de una edición de ese tipo, se echa de menos una breve justificación de los cambios realizados, pues deja muchas preguntas sin resolver. Si se han reordenado los textos según el viaje realizado por los protagonistas de norte a sur, ¿por qué va “Manzana de Cautín” antes de “Ya se ve ya, el Bío-Bío” y “Cisnes en el lago Llanquihue” antes de “Valdivia”? O bien: ¿por qué ahora el libro no termina con el poema “Despedida”? Con todo, estamos ante una de las noticias literarias más importantes del último tiempo: al fin el Poema de Chile , libro al que Gabriela Mistral le dedicó más de treinta años, pero que ella no alcanzó a organizar ni menos a ver impreso, ya no está lejos sino muy cerca de alcanzar su forma definitiva.

“Poema de Chile: la odisea de Gabriela Mistral” por Juan Ignacio Rodríguez

[vc_row][vc_column][vc_column_text]Aunque la Nobel de Literatura le dedicó veinte años a este libro, murió sin verlo impreso. Doris Dana lo editó en 1967, pero lo fragmentario del texto lo condenó a la indiferencia. Ahora, una nueva versión, con casi el doble de poemas, completa la que parece ser la gran obra de Lucila Godoy Alcayaga. Además, se publican dos volúmenes con prosas inéditas.  
Juan Ignacio Rodríguez Medina El 5 de diciembre de 1952 Roger Caillois le escribió una carta a Gabriela Mistral en la que le habla de un viaje a Cuba, se refiere a algunos conocidos en común y le dice que espera su “Poéme du Chile”: “Espero que termines pronto el Poema de Chile. Hace mucho que aguardo para traducirlo”. Cuatro años después, en enero de 1957, la Nobel de literatura murió sin publicar la obra en la que trabajó durante los últimos veinte años de su vida.

Hubo que esperar hasta 1967 para que “Poema de Chile” se publicara, en Barcelona, gracias a Doris Dana. El poema, en versos octosílabos, relata el viaje que hace una mujer fantasma (Gabriela Mistral) acompañada de un niño atacameño (un “indiecito”) y un pequeño huemul, ambos huérfanos, por el paisaje chileno, desde el extremo norte hasta el extremo sur. Eran setenta y un poemas.

“Hay muchas cartas de Mistral donde habla del poema, a Palma Guillén, a Doris Dana, a otros escritores; a Frei Montalva también le escribe sobre el libro. Aunque siempre está escribiendo otras cosas, este era el poema que la tenía más ocupada”, explica Diego del Pozo, especialista en la obra de Mistral (hizo su tesis de magíster en literatura sobre “Poema de Chile” y actualmente realiza su doctorado, en la Universidad de Helsinki, sobre la prosa política de Mistral) y editor del nuevo “Poema de Chile” que La Pollera Ediciones lanzará este jueves, a las 19 horas, en la librería Lea +, en el GAM.

Nuevo porque si el libro de 1967 tenía setenta y un poemas, este llega a ciento treinta, gracias a los cincuenta y nueve que se agregan, fruto del océano de más de cuarenta mil manuscritos inéditos de Gabriela Mistral descubiertos luego de la muerte de Doris Dana, en 2006: de allí salieron, por ejemplo, los poemas de “Almácigo” o las cartas de “Niña errante”, que publicaran Luis Vargas Saavedra y Pedro Pablo Zegers, respectivamente; de ahí sale ahora, además del nuevo “Poema de Chile”, el material para “Caminando se siembra” -libro de prosas inéditas editado por Vargas Saavedra- y parte del contenido de “Pensando en América”, también prosa, seleccionada por Zegers y Bernardita Domange (ver recuadro).

Del Pozo trabajó junto a Luis Vargas Saavedra en la revisión y transcripción del material inédito aparecido luego de la muerte de Doris Dana. En ese proceso descubrieron los poemas que formaron “Almácigo”, pero además encontraron los que completan “Poema de Chile”. Además, a partir de anotaciones de Gabriela Mistral y al sentido geográfico de los poemas, le dieron un nuevo orden y corrigieron errores geográficos (en el de 1967 hay helechos en el Norte Grande).

Para Vargas Saavedra este “es otro libro, superior, logrado, eficaz. Fluye bien dialogado, la fantasma conversa mucho más con el indito, es decir, la obra se teatraliza. Nos enteramos de la orfandad del niño y de cuánto dura el viaje didáctico que ahora se ajusta a la geografía. Entendemos cómo es posible que aparezca un huemul en Tacna. El Valle de Elqui cobra la importancia que extrañaba no hallarle en la versión ‘original’, ahora recobra toda la entrañable fuerza de querencia primigenia. Los fragmentos arrumbados en manuscrito han sido ahora incorporados o imantados por el poema. Y el final es ‘a lo divino’, trascendental y nostálgico”.

En 2010, la nueva versión fue publicada por Ediciones UC en gran formato y con fotografías, pero no circuló, por estar acogida a la Ley de Donaciones Culturales. De modo que ahora, con Del Pozo a cargo, se publica nuevamente, con pequeños cambios, pero en un formato más manejable y con acceso a quien desee comprarla: “La gran diferencia (con lo publicado en 2010) es la apertura del texto, que finalmente estará a la mano de todos”, explica Del Pozo.

Doris Dana, Alone y cía.

Que la creación y publicación de “Poema de Chile” era un tema recurrente para la poeta y su círculo de amigos y conocidos es fácil de comprobar. Si se entra al sitio web www.salasvirtuales.cl/SalaMistral, donde la Biblioteca Nacional subió parte del legado de Mistral, y se busca “Poema de Chile”, aparecen veinticinco cartas, entre 1951 y 1961 (de ella, para ella, o entre conocidos de ella), en las que se menciona la obra. Por ejemplo, en una carta de julio de 1952, la poeta le escribe a Doris Dana sobre una discusión que tuvieron y sobre cuánto lamenta no saber dónde se encuentra; también le dice: “Creo que podré acabar ese P. de Chile ahora”. Tres años después le escribe a Luis Peralta Ramos una misiva donde entre otras cosas se lee: “Como Ud. Recordará, yo estoy trabajando en un largo poema descriptivo sobre Chile en el cual tengo muchos vacíos y he invitado a mi amiga Victoria Ocampo para que me ayude, pues sé de su conocimiento sobre la naturaleza argentina similar a la chilena”.

En el prólogo a la edición de 1967, Doris Dana cuenta algunos detalles sobre la elaboración del poema. Allí dice que Mistral le dedicó los últimos veinte años de su vida, y que al cabo de esas dos décadas, y luego de su muerte: “nos encontramos con un conjunto suelto, al cual tuvimos que crearle una coherencia de estructura. Sólo sabíamos que el poema titulado Hallazgo , iniciaría el libro, y que el titulado Despedida sería su final”. (En el nuevo poema el final es distinto). El trabajo fue arduo, agrega, y tomó dos años: había versos y estrofas con variantes, también vacíos; además, el material no estaba reunido “en un solo haz”. Le agradece a Hugo Montes, el Premio Nacional de Educación, por la elaboración de un glosario “que acompaña el libro”; y también a Jaime Eyzaguirre, Hernán Díaz Arrieta (Alone) y Alfredo Lefebvre por sus “diversos consejos”.

Probablemente esos “diversos consejos” tuvieron que ver con el ordenamiento geográfico de los poemas. Fue, por ejemplo, el rol de Alone, según cuenta Luis Vargas Saavedra. Aunque la colaboración terminó mal: contactado por Doris Dana, Díaz Arrieta viajó a Estados Unidos a revisar el material y cuando le pidió que le prestara los originales para revisarlos en su hotel, ella se negó. “Sé lo que él mismo me contó”, cuenta hoy Vargas Saavedra, “que Doris Dana lo había insultado al no permitirle llevarse el texto al hotel, al revés de la confianza que Gabriela Mistral le habría dado”.

Ya publicado, el libro no tuvo mayor repercusión. El propio Alone lo encontró inferior a las obras anteriores y los especialistas y críticos no le prestaron mucha atención debido a su carácter inconcluso y fragmentario.

Así fue como la gran obra de Mistral, a la que le dedicó más trabajo (en México, Estados Unidos, Brasil, Italia), la que era tema de sus cartas y conversaciones, se convirtió en una pieza menor.

¿Por qué Mistral nunca publicó la obra, a pesar de que en una carta de 1952 le dice a Doris Dana que lo había terminado? ¿Por qué, más allá de sus buenas intenciones, el trabajo de Doris Dana fue tan deficiente?

“En realidad el mayor reparo recae sobre Gabriela Mistral por desordenada y olvidadiza, incapaz de gobernar su propio poema desparramado en manuscritos. De manera que la versión que llegó a Doris Dana, mal armada por la propia autora y a veces dictada para ayudar al copiado en limpio, adolece de varias fallas: olvido o ‘pérdida’ de poemas, imperfecta secuencia según la geografía por la cual avanzan los tres personajes, resultantes brusquedades de traslado”, responde Vargas Saavedra.

“Lo más probable es que Hugo Montes, Lefebvre y Alone nunca hayan revisado todos los textos -agrega Diego del Pozo-, porque los cincuenta y nueve poemas inéditos que se suman estaban escritos a mano y a mí me da la impresión de que la mayor parte de los poemas incluidos en la edición del 67 estaban escritos a máquina. Podríamos decir que no hubo un trabajo exhaustivo, les tiene que haber llegado una selección previa hecha por Doris Dana, o tal vez fue lo único que ella encontró, porque no se dio el trabajo de revisar el legado; eso recién empezó a hacerse ahora”. Además, Del Pozo apunta a la salud de Mistral: “Sabemos, por la carta de 1952, que para ella el poema estaba terminado. Pero justo a partir de entonces, entre ese año y el 53, viene la gran decaída en la salud de la Mistral, que se percibe tanto en su caligrafía como en las grabaciones que hay de algunas conversaciones; yo creo que ese es el motivo por el que no hubo un trabajo de edición y publicación por parte de ella”.——

Un nuevo libro fundacional

“Poema de Chile” no siempre se llamó así. Según Diego del Pozo primero fue “Recado sobre Chile”, luego “El recado de Chile”, después “El poema de Chile” y finalmente “Poema de Chile”. A ese nombre simple y ambicioso le hace honor la nueva edición. Explica Del Pozo: “Pensémoslo así, si la Mistral pasó los últimos veinte años de su vida escribiéndolo, estamos hablando de un libro que hizo ya en su madurez intelectual y artística, entonces era muy raro no encontrarse con eso. Eso se suple totalmente con los poemas inéditos”.

Por ejemplo, ahora la relación entre la fantasma, la “mama”, y el niño es más rica. Los diálogos son más profundos, especialmente los que están al final:

-¿Qué es eso de morir, mama?

Nunca tú me lo has contado.

-Yo no te cuento la muerte,

ya la tuve y la he olvidado;

Del Pozo también destaca la diferenciación entre el huemul y el niño, que no era tan clara en la edición original. “Que el ciervo sea un huemul inmediatamente nos hace referencia al ensayo de Mistral ‘Menos cóndor y más huemul’ (‘yo confieso mi escaso amor del cóndor, que, al fin, es solamente un hermoso buitre… Me quedo con ese ciervo… El huemul quiere decir la sensibilidad de una raza: sentidos finos, inteligencia vigilante, gracia’). Por otro lado, el niño indígena habla de su visión sobre las identidades indígenas”, presente muy claramente cuando los viajeros pasan por La Araucanía.

“Ella era muy crítica de que el libro fundacional de Chile fuera ‘La Araucana’ -dice Del Pozo-, un libro escrito por un español, que muestra la matanza de los pueblos originarios. Entonces el ‘Poema de Chile’ es un intento de reposicionar un libro fundacional, es mucho más profundo que un mero viaje por la geografía. El libro responde muy bien a varios niveles de lectura”.

Se ve mucho mejor su visión franciscana de la naturaleza, sus creencias teosóficas, budistas, cristianas. Sus dudas y convicciones metafísicas. Su ideal de educación. Su visión de la maternidad. Su biografía: “Por lo que he descubierto en los inéditos, la mayor parte de la relación entre esta mama y el niño está escrita entre el 45 y el 50, después de la muerte de Yin Yin. Y hay influencias. La mama dice que se tiene que ir porque Yin está esperando en el cielo (“No te vayas, no./ ¿Por qué te has de ir?/ Nadie te llama”, le dice el niño/ “-Mi madre, mi padre y Yin/ y todos los de mi raza”, responde el fantasma). Pero al mismo tiempo uno podría entender que el niño juega el rol de mostrar cómo sería recorrer Chile con Yin Yin”, explica Del Pozo, para quien este es un libro único dentro de la obra mistraliana: “Quizás es el que mejor rescata sus puntos de vista” y “es el único que es un solo gran poema”.

Luis Vargas Saavedra remata: “Yo diría que es la gran obra de Lucila Godoy Alcayaga, la elquina enmascarada en Gabriela Mistral, la chilena inquebrantable, amante de la flora, fauna y zoología de su larga patria, la madre espiritual de lo indio”.

“Ella era muy crítica de que el libro fundacional de Chile fuera ‘La Araucana’, un libro escrito por un español, que muestra la matanza de los pueblos originarios”.

Luis Vargas Saavedra: “Mistral fue una humanista incesante””Caminando se siembra”, prosa inéditaEn el año de Neruda, reina Mistral. Además de la nueva versión de “Poema de Chile”, La Calabaza del Diablo reeditó la versión de 1967 (corrigiendo los errores geográficos y e incluyendo ilustraciones). Se suman, también, “Pensando en América”, selección de prosas inéditas o que casi no circularon en Chile, a cargo de Pedro Pablo Zegers y Bernardita Domange (Editorial de la Universidad de Talca); y “Caminado se siembra”, prosa inédita seleccionada por Luis Vargas Saavedra (Lumen). Además, para el próximo año, La Pollera Ediciones prepara un compilado de prosa política, que también incluirá inéditos, y un libro infantil ilustrado con rondas de la premio Nobel.

“¡Y aún hay inéditos de Gabriela Mistral! ¿Hasta cuándo ha de prolongarse esta arqueología póstuma? ¿La hubiera aprobado ella, La Gran Exigente de su prosa y poesía?”, escribe Vargas Saavedra en las primeras líneas de su Preámbulo a “Caminando se siembra”. Desde Miami, el mistraliano responde así a su primera pregunta: “Hasta que esté totalmente digitalizado el Legado Gabriela Mistral y se hayan publicado todas sus cartas”. Y, a la segunda: “Sí, pero exigiendo su derecho a corregirla… derecho que le hubiéramos denegado, conociendo que no terminaba nunca de optimizar”.

“Caminando se siembra” muestra que Mistral, la poeta, fue una intelectual: habla de Chile, de su geografía física, social y cultural; de América, incluido Estados Unidos; de literatura (Unamuno, Neruda, Storni) y de la guerra. Hay confidencias, pensamientos (“La incoherencia del sueño. Existe también incoherencia en la vida real”). También estampas de animales, y cartas con “facetas menos conocidas”: “El comadreo simpático con amigas de confianza. Notable, por ejemplo, la carta a Margaret Bates contestada con el mismo tono y el mismo estilo de esa también notable persona que sabía mofarla”, dice Vargas Saavedra.

“Otra faceta, los apuntes para ser desarrollados en conferencia o escrito, donde se aprecia su don de síntesis. Otra, su rechazo de la Razón en poesía, tal como William Blake, y, por lo tanto, su preferencia por la Imaginación, incluso la loca Imaginación. Por último, su concepción de una escuela espiritualizada que produzca criaturas sensibles, aptas para la concordia”.

-Estos textos, ¿completan la imagen de Mistral como creadora e intelectual?

“Sí, la acuñan como una humanista incesante, en teoría y en acción, pues aportan un conjunto fascinante de opiniones -políticas, sociológicas, artísticas, literarias- todas ellas saturadas de cristianismo. Algunos ejemplos: en la sección ‘América’ hay un llamado por el pago justo a obreras y empleadas que constituye una pionera denuncia ética, y hay una preocupación maternal y política por la corporalidad mestiza, desmedrada por siglos de hambre o mala dieta, versus la rozagancia norteamericana repleta de energía dominadora; en ‘Comento a poemas’ informa sobre la motivación, la circunstancia para escribirlos; y en ‘Arte’ conoceremos cómo capta el oficio pictórico, del cual poco ha escrito”.

-De los aspectos poco conocidos que este libro revela sobre ella, ¿qué destacarías?

“En ‘Confidencias’ se entra a su intimidad religiosa y, además, se le descubre el desparpajo lúdico y la sana picardía. En ‘Guerra’ se avalúa su genuina compasión por las víctimas y sobrevivientes, organizando una colecta para enviar café a los italianos. Se dirá que son unos pocos granos, pero, grano a grano, se saciaría a varios. En ‘Ruego’ (que es tal vez de 1918) pide a Dios poder y fuerzas para ser… Gabriela Mistral: ‘Hazme capaz de expresar la belleza que tú me has puesto dentro'”.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_gallery interval=”3″ images=”1047,1048,1049″][/vc_column][/vc_row]