“Cuentos ideológicamente falsos”: Lanzan libro de relatos basados en la corruptela política del Chile actual” en The Clinic

“Relatos del Capitán Yáber” es el título de un reciente libro de cuentos basados en los líos de corrupción de la clase política destapados este 2015.

El libro, que anuncia en su subtítulo “cinco cuentos ideológicamente falsos”, toma su nombre del anexo penitenciario donde los dueños del consorcio Penta -involucrado en financiamiento irregular de campañas políticas- Carlos Lavín y Carlos Délano, pasaron parte de su prisión preventiva.

En el volumen, tal como detalla la editorial La Pollera, hay “historias de los mismos personajes que cayeron con el caso Penta y los políticos involucrados, caricaturas de partidos políticos, parlamentarios completamente indiferentes y la formación de abogados en endurecidas lagartijas”. Los escritores que forman parte de este volumen son Simón Pablo Espinosa, Federico Zurita Hecht, Simón Ergas, Daniel Campusano y L. Byron Watsabro.

El libro puede ser encontrado en librerías o en la página web de La Pollera Ediciones para su compra on-line.

Además, para promocionar el lanzamiento publicaron un video-montaje con una irónica entrevista a Jovino Novoa en Tolerancia Cero.


“Presentación de Relatos del Capitán Yáber” por Federico Zurita Hecht

Como uno de los cinco autores del libro Relatos del Capitán Yáber (junto a Simón Pablo Espinosa, Simón Ergas, Daniel Campusano y Lord Byron Watsabro), lo que aquí diga va a parecer teñido, tal vez, de intenciones que los cinco autores pudimos tener al escribir y que probablemente se conversaron tangencialmente cuando nos reunimos a pensar cuál sería la dirección de este libro surgido de la mente de Simón Ergas y Nicolás Leyton. No busco, sin embargo, fijar de forma paternalista las interpretaciones de los potenciales lectores de este libro.

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“A setenta años del Nobel: el legado político de Gabriela Mistral que Chile no quiere reconocer” por Meribel González en El Desconcierto

Fuente: El desconcierto

Fue presentada como la “Reina de la Poesía de toda América Latina”por el Rey Gustavo de Suecia. Un reconocimiento que salió a la luz un 10 de diciembre de 1945 y que convirtió a Lucía Godoy Alcayagaen la primera latinoamericana en recibir el Nobel de Literatura.

Una noticia que la “aturdió” porque no la esperaba, y es que hasta entonces, todos sus libros habían sido publicados por primera vez en el extranjero. Seis años más tuvieron que pasar, para que Chile le entregara el máximo reconcomiendo nacional en las letras, Gabriela no era profeta en su tierra, y recién en 1951 fue nombrada Premio Nacional de Literatura.

Detrás de los reconocimientos y las pretensiones del mundo literario al que las elites culturales la invitaban, su pluma transformadora persistió hasta los últimos momentos de su vida, “hay que medir el país desdoblando los pliegues de la cordillera y volviendo así, horizontalidad lo vertical”, decía Gabriela Mistral.

Pero su legado más político, el de la profesora de provincia formada de manera autodidacta, más crítica que cómplice de la educación pública, ha tardado décadas en llegar a la gente que la inspiró. Da la impresión de que para Chile, es más relevante saber sobre su sexualidad o escrudiñar en su vínculo maternal con Yin Yin. Gabriela Mistral fue una mujer de su época, una sociedad que no estaba preparada para el virtuosismo de una mujer sencilla, que sorprendió al mundo con la fuerza de sus palabras.

Pero nunca es tarde. El investigador Diego del Pozo realizó una importante selección de los artículos de la poeta que componen Por la Humanidad Futura. Antología política de Gabriela Mistral, publicado por la Pollera Ediciones. Un trabajo que rescata su posición frente a la contingencia política, social y del ámbito de la pedagogía.

Sobre la falta de reconocimiento a la obra mistraliana, del Pozo sostiene: “Aparte del conocido poema Piececitos (Piececitos de niño, / azulosos de frío, / ¡cómo os ven y no os cubren, / Dios Mío! …) que mayormente ha sido leído como un poema de carácter pueril a pesar de su fuerte discurso crítico ante la pobreza infantil, el resto de la obra de Mistral aún permanece distante de los escasos lectores nacionales”.

Y es que el vínculo de Gabriela Mistral con el folklore no fue una relación teórica, el folklore fue una de las materias que “le formaron el estómago”, decía el investigador Fidel Sepúlveda Llanos, “era normal. El Valle del Elqui hasta la fecha es un nicho antropológico prieto de folklore. Mitos, leyendas, ritos, creencias, cuentos, artesanías, etc. Capilaridad entre lo cósmico, lo humano y lo divino”.

Nada más elocuente para comprender la prosa de Mistral que las palabras del poeta Germán Carrasco, “nada más lejano al corsé de la métrica preciosista o pseudoperfeccionista que la poesía de la Mistral: lo de ella es canto sin patrón en el sentido métrico y en el sentido social. O por decirlo de otra manera, se trata de una vanguardia natural”.

Gabriela Mistral fue profesora antes que escritora, y es que la educación jugó un rol fundamental en su vida. Sus capacidades traspasaron fronteras, y fue invitada por el gobierno mexicano a colaborar con la reforma educacional y la creación de bibliotecas populares en 1922.

Su fama de escritora corría de forma paralela, ya que fue ese mismo año en que apareció en Nueva York, Desolación, su primer libro publicado bajo el alero del Instituto de Las Españas, dirigido por el crítico literario español Federico de Onís.

Para la poeta, el contacto con el mundo exterior se convirtió así en una oportunidad para mostrar al mundo su prosa, una extranjera que sabía hablar de la diferencia,”el xenófobo ha ganado la batalla: ahí está un hombre muerto diciendo, con las facciones de su rostro y con las rigidez de su cuerpo, que es posible morir en un mundo cristiano, budista o mahometano, sólo porque las facciones de su rostro difieren de las suyas”, sostenía Gabriela.

Para Mistral, su condición de mujer también la inspiró a levantar un discurso claro en contra de toda opresión: “y es que a medida que la luz se hace en las inteligencias, se va comprendiendo su misión y su valor y hoy ya no es la esclava de ayer sino la compañera igual. Para su humillación primitiva, ha conquistado ya lo bastante, pero aún le queda mucho de explorar para entonar un canto de victoria”.

Hoy regresa Gabriela Mistral de forma pasajera, vestida de homenajesy celebraciones, pero es justo acercar sus ideas a quienes las inspiraron, “recuerdo la legión de profesores y maestros que muestran al extranjero sus escuelas sencillamente ejemplares y miro con leal amor hacia los otros miembros del pueblo sueco: campesinos, artesanos y obreros”. Así saludaba Mistral al mundo, al recibir el máximo reconocimiento en las letras.

Entrevista a Federico Zurita en Libros al aire

Lo Insondable es el más reciente trabajo del escritor Federico Zurita, novela publicada bajo La Pollera Ediciones que se une a su anterior trabajo El Asalto al Universo, publicado el 2012. El escritor, que recibió el primer lugar en el concurso de cuentos de Revista Paula durante el año 2014, plantea su nuevo relato como una novela con matices de cuentos, debido a que los relatos se pueden leer tanto de forma autónoma, como también en forma de unidad, otorgándole libertad al lector.

Federico Zurita también es Doctor en Literatura con mención en Literatura chilena e hispanoamericana en la Universidad de Chile y participó en Relatos del Capitán Yáber, también publicado por La Pollera Ediciones, compilado de 5 cuentos que tratan la política nacional y que será presentado en la nueva versión de la feria de editoriales independientes, La Furia del Libro.

Consultado por las editoriales independientes en el escenario literario del país, Federico Zurita comentó a Libros al Aire que:

“Es cierto que las transnacionales tienen más visibilidad que las editoriales independientes, pero yo creo que el mercado editorial chileno está cambiando y se está haciendo evidente de que los aportes a la literatura chilena están empezando a ser publicados por independientes y no transnacionales (…) Eso se va a intensificar, yo creo, en los siguientes años y va a ser que tengan más visibilidad, que es un problema que, a la larga, se solucionará, entre las independientes se va a producir una democratización de la decisión sobre quién merece ser publicado.”

Respecto a qué se viene luego de su reciente trabajo, Federico Zurita mencionó su trabajo teatro y en su siguiente texto que aún espera la lectura de sus cercanos. Por el momento, Lo Insonsable se encontrará en La Furia del Libro que se desarrollará desde el 10 al 13 de diciembre.

Escucha la entrevista a Federico Zurita, autor de Lo Insondable, en Libros al Aire aquí.

“Largo viaje a lo extraño”, entrevista a Federico Zurita por Marcela Fuenteabla en Revista Paula

Federico Zurita Hecht ganó el último concurso de cuentos Paula con el relato Todos los pasos, y hoy publica su primera novela, Lo insondable, donde lleva su exploración sobre la ficción y la historia a nuevas profundidades. Aquí, nos cuenta sobre este sondeo.

El mexicano Julián Herbert, uno de los jurados que premió el cuento de Federico Zurita, elogió su “arriesgada aproximación a las posibilidades retóricas de la postmemoria y un ejercicio fantasmático que transforma al tiempo en personaje ubicuo por medio del lenguaje”. Explorar la historia y las palabras, las posibilidades de contar y de conocer, están también en el centro de la novela Lo insondable (La Pollera). La portada barroca y compleja a cargo de Margarita Dittborn anuncia el intenso viaje que propone.

Quien haya leído tu cuento del concurso Paula encontrará que desde una historia vivida llegas a un texto mucho más inscrito en la historia remota y la ficción. ¿Cómo explicarías este cambio?
Aunque en Todos los pasos no se haga del todo evidente, ambos proponen una excursión por un mundo con límites borrosos, podríamos decir, un mundo extraño. Así, ese cuento, aun con su cercanía e intimidad, es la puerta de entrada a un mundo que colinda con el que se construye en este libro. En Lo insondable hay un desborde ficcional constituido por una máquina que podría destruir el universo.

“Mi primer libro de cuentos, El Asalto al Universo, es sobre las versiones hechas de lenguaje. Lo insondable, sumando elementos a la idea de las versiones, es sobre las ideologías como contenido de las representaciones”, dice Zurita.

Tu novela tiene que ver con una crítica a la literatura, a las posibilidades del conocimiento, a la historia. ¿Cuánto de investigación hay en ella?
No hay una investigación realizada específicamente. Creo que la pregunta por los alcances de las representaciones me inquieta desde que estudiaba Cartografía. O desde la infancia, cuando me pasaba ratos largos mirando mapas. Luego me pregunté por el conocimiento que hay en el mapa desde una perspectiva matemática y gráfica. Eso me permitió constatar que podía existir más de un mapa que representara el mismo territorio, como si se tratara de versiones de un mismo fenómeno reguladas por criterios específicos. Luego descubrí el puente que me permitió cruzar hasta la literatura: los textos de ficción se me presentaron como mapas del mundo. Mi primer libro de cuentos, El asalto al universo, es sobre las versiones hechas de lenguaje. Lo insondable, sumando elementos a la idea de las versiones, es sobre las ideologías como contenido de las representaciones.

¿Cómo se te hizo familiar ese mundo que describes de los años 50, de una Europa lejanade travesías casi fantásticas?
Tengo un interés emotivo por Europa Oriental. Cuando era niño, esa zona del mundo era una especie de vacío en el mapa, apenas había unos documentales sobre deportistas famosos. Y, aunque la mayor parte de las historias transcurran ahí, creo que ese mundo se conforma de manera utilitaria para hablar del lugar que realmente me interesa, que no se nombra en todo el libro, pero que se subraya. Me permite anular la necesidad de veracidad.

Adelanto de Lo insondable de Federico Zurita Hecht

"Todo el amor del mundo" de Margarita Dittborn

Mi muerte (y esto es algo que hoy, ya fuera del tiempo, yo, nombrado René Andrade en alguna época, puedo fingir que cuento con serenidad) llegó inesperadamente una tarde a comienzos del otoño de 1955, luego de despedirme de Catalina Mújina, mi novia ya desde hacía tres años y compañera, por igual tiempo, en mis estudios de Lenguaje y Literatura, con quien había pasado aquel día un agradable rato en el viejo Café San Marcos, cercano al campus. Discutimos, eso sí, pero aquello era un juego que acompañaba nuestro tiempo compartiendo el chocolate caliente y los bizcochos. Discutimos (y reímos por eso) sobre el hipotético destino que tendrían nuestros también hipotéticos hijos, personas vigorosas que vivirían doscientos años, que es el tiempo que necesita alguien para acercarse al conocimiento de algunas verdades, el tiempo que, creí en vida, necesitaban las naciones para aprender a recibir los golpes de las fuerzas de la historia, y comenzar una mejor historia con menos golpes. Pero no viví doscientos años ni vi a mi nación cumplir tal edad.

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“La fricción entre las palabras y las cosas” por Ignacico Álvarez en Revista Intemperie

Hay un momento de Lo insondable en que una vieja trapecista, o al menos eso supongo porque la escena ocurre en un circo y la familia Tarnovsky se ha dedicado por generaciones a ese negocio, dice que “se requiere de una gran fortaleza para resistirse al vacío, pues muchos, de tan grande que es el miedo a caerse, prefieren arrojarse”.

Me parece que, en varios sentidos, este segundo libro de Federico Zurita desoye premeditadamente, o bien oye con mejor oído del que uno sospecha en principio.

Me explico. Si uno se viera conminado a decir de qué se trata Lo insondable tendría que decir que, en lo fundamental, este libro de cuentos —voy a insistir en llamarlo un libro de cuentos— habla sobre las posibilidades de la ficción, o acerca de las relaciones entre las palabras y las cosas. Ese es el tema que recorre obsesivamente los trece relatos que lo componen, y lo hace de un modo bastante literal. Más que, como suele hacerse, utilizar las narraciones como ejemplo o demostración de ciertas ideas que quedan fuera del texto, implícitas, Lo insondable no tiene ningún pudor en discutir en su mismo cuerpo las posibilidades de la ficción. En algún sentido, además de ser un cuerpo de cuentos argumentalmente entretejidos unos con otros, este libro es también un conjunto de “relatos de ideas”, un grupo de narraciones en las que debe seguirse un debate ensayístico que es tan importante como el desarrollo de la acciones.

Hay que seguir ese debate con harto más detalle de lo que puedo hacer en este momento. De todos modos, me parece reconocer una gradiente, una paleta de posiciones con respecto a las posibilidades de la representación literaria. En el extremo menos radical está el narrador del primer cuento —“Disolución del universo”—, que declara su aprecio por el realismo de la siguiente manera:

“Por supuesto, no fue por sus intenciones de reflejar la realidad, sino por el placer que en esa pretensión (inútil pero alusiva) producen las palabras al combinarse”

Dicho de otro modo: si algún valor tiene la representación de la realidad es por la fricción que produce la letra al querer reproducir la realidad, no por su sentido o significado. En la otra esquina está esta otra declaración, que aparece en el cuento “El catálogo perfecto”, en donde el bibliotecario de una mapoteca sueña con una catálogo que “se presentaba no como un registro de la mapoteca que, imaginándola a través de los signos, la condicionaba, sino como una segunda mapoteca fiel a la primera, a la real; o, por qué no, pensé en ese momento, se presentaban ambas mapotecas como una sola. Objeto y representación se habían vuelto idénticos”.

No me interesa adelantar lo que, creo yo, Lo insondable concluye en este debate. Prefiero volver a la vieja trapecista, porque me parece que el vacío que al que este libro se enfrenta, es el vacío que las narraciones más recientes producidas en Chile soslayan o consideran que ya está resuelto. Ese vacío es el de las relaciones que existen entre las palabras y las cosas.

Muchas de las novelas que se han publicado en los últimos años juegan con la ficción autobiográfica o se ofrecen como novelas sin ficción de un modo irreflexivo, como si el estatuto ambiguo de la ficción que parece presidir cualquier escritura del presente fuera normal, o un piso incuestionable, o el único modo en el que puede darse la escritura. Tal vez sea así, tal vez no podemos salir de la literatura sin ficción, pero hay también la posibilidad de pensar una literatura distinta.

Escribir un libro de cuentos que pueda leerse como una narración de ideas que discute esta normalidad o este piso incuestionable, que se atreve a proponerse como un ensayo, entonces, tiene poco que ver con una despreocupada jugarreta de estirpe borgeana. Es un salto al vacío más temido, diría yo, al vacío que significaría escribir sobre cosas y personas sin saber de verdad si es posible escribir sobre ellas. Lo insondable es una narración de ideas urgentes, me parece, y creo que su recurrencia también lo señala.

Pero no todo son ideas en Lo insondable. Es sobre todo un libro de trece cuentos en los cuales volvemos a encontrarnos una y otra vez con los mismo personajes, algunos de los cuales vienen de El asalto al universo (2012), el primer libro de Zurita. Ese libro ponía en el centro de su geografía a Puerto Azola, una versión transfigurada, se me ocurre, de la ciudad de Arica. Aquí en cambio, Puerto Azola está apenas en la esquina de un mapa sorprendentemente amplio y cosmopolita. Hay chilenos como Cirilo Lewellyn y Gastón Insunza, albanos como Florián Strakosha, alemanes como Emil Koeberlin y Cornelia Odebrecht, rusos como Piotr Beliavski y Grigoryev Alexeievich, e incluso mexicanos como la familia Madero, dedicados al circo y los clavos.

Se me ocurre que ambas cuestiones, la libre circulación de los personajes por los diferentes relatos del libro (a veces protagonizando versiones distintas de los mismos hechos) y su origen geográfico, tan diverso que uno se ve tentado a leer los cuentos desde una perspectiva mundial, están de alguna forma relacionados. Como si el mundo fuera al mismo tiempo muy amplio y muy estrecho. Tan vasto, por ejemplo, como para que sea posible que una mujer chileno-rusa guarde la máquina que permite la contradicción en el sótano de su casa moscovita y nosotros, aquí en Santiago y aquí en 2015 podamos saberlo. Tan pequeño, por otro lado, como para que esa geografía inmensa sea ocupada, finalmente, no por cualquiera, no por un sujeto dispuesto al azar dentro de las multitudes que seguramente pueblan el mundo sino por la misma gente que ha protagonizado el cuento anterior. Es, en el fondo, una forma de pensar la totalidad, pequeñita y asible por un lado, vasta e impensable por otro. Una forma de pensar el lugar que ocupamos en el mundo.

Como ocurre con algunos libros insignes de nuestra tradición literaria, Lo insondable está habitado por una máquina, en este caso una máquina que permite “realizar simultáneamente dos acciones contradictorias entre sí” (93, entre varias otras descripciones). En el momento en que la máquina se active, se nos dice, es posible que el mundo desaparezca, pues no es posible sostener la realidad transgrediendo el principio de la no contradicción. Por supuesto, no voy a contar qué es lo que pasa, si la máquina se activa o no; si, de activarse, el mundo desaparece o no. Esta máquina me recordó otro aparato, uno que está hecho no para realizar dos acciones simultáneas, que es mucho decir, sino para poder decir, humildemente, dos proposiciones contradictorias en un mismo relato. Ese aparato se llama mito, y la descripción que les hago está copiada de un famoso trabajo de Lévi-Strauss. Un mito es ese relato que puede decir dos afirmaciones que se contradicen.

Con esto quiero decir, de la forma más indirecta que he podido, que en última instancia Lo insondable es un libro que tan ambicioso como humilde. Como la literatura antes de ser literatura, como el mito, busca pensarlo todo, abarcarlo todo, incluso lo que no puede caber en un mismo saco. Como la literatura después de ser literatura, como nuestra literatura, la de hoy, habita sus limitaciones, las de la ficción, de la forma más consciente que puede.