Adelanto de la novela Tony Ninguno de Andrés Montero

Después recordé que ya lo había visto desde el aire, mientras volaba de un trapecio a otro. Había divisado sus ojos absortos en mi vuelo, en mis manos seguras, en el traje brillante que destellaba hacia sus ojos mudos por mi vuelo, por mi cuerpo suspendido en el aire, por mi cuerpo suspendido en el tiempo. Estaba sentadito al lado del árabe, pero parecía querer elevarse conmigo, porque alzaba el cuello como si intentara volar, también él.

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Adelanto de la novela De una rara belleza de Simón Ergas

Eran las 6 de la mañana cuando sonó mi celular. La primera llamada la rechacé descolocado, me había quedado dormido viendo una película en el notebook y no entendía qué hacía ese aparato en mi cama ni por qué sonaba el teléfono a esa hora. No estaba preparado para contestar. No estaba preparado para nada de lo que ya había pasado. El sol todavía no asomaba cuando volví a oír la llamada. Atendí y la voz de Samy, hermano de mi abuela, me comunicó que otra vez había venido eso que se lleva a las personas.

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Adelanto de Lo insondable de Federico Zurita Hecht

"Todo el amor del mundo" de Margarita Dittborn

Mi muerte (y esto es algo que hoy, ya fuera del tiempo, yo, nombrado René Andrade en alguna época, puedo fingir que cuento con serenidad) llegó inesperadamente una tarde a comienzos del otoño de 1955, luego de despedirme de Catalina Mújina, mi novia ya desde hacía tres años y compañera, por igual tiempo, en mis estudios de Lenguaje y Literatura, con quien había pasado aquel día un agradable rato en el viejo Café San Marcos, cercano al campus. Discutimos, eso sí, pero aquello era un juego que acompañaba nuestro tiempo compartiendo el chocolate caliente y los bizcochos. Discutimos (y reímos por eso) sobre el hipotético destino que tendrían nuestros también hipotéticos hijos, personas vigorosas que vivirían doscientos años, que es el tiempo que necesita alguien para acercarse al conocimiento de algunas verdades, el tiempo que, creí en vida, necesitaban las naciones para aprender a recibir los golpes de las fuerzas de la historia, y comenzar una mejor historia con menos golpes. Pero no viví doscientos años ni vi a mi nación cumplir tal edad.

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Adelanto de Pelota Sudaca de Jerónimo Parada y Andrés Santa María

Argentina: Osmosis rioplatense

Hace cuarenta mil años, el descenso de los océanos permitió la milagrosa aparición del Puente de Beringia, y con ello las primeras comunidades se adentraron en la misteriosa América, una nueva dimensión del mundo que se abría como un libro de secretos listos para ser capturados. Siglos después, en el sur del nuevo mundo y al este de la Cordillera de los Andes, a un lado del Océano Atlántico, apenas corrían 3 minutos de partido un 16 de mayo de 1901, cuando Guillermo Leslie derrotó al meta uruguayo Sardeson y logró el primer gol de la historia de la albiceleste, desatando una revolución absoluta en la esencia misma del pueblo argentino, uno de los tantos herederos del poblamiento americano.

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Adelanto de Amor de Juan Emar

Según los informes que he tenido Juan era un muchacho que hablaba poco y que pensaba mucho, si pensar puede llamarse el vivir día y noche con la cabeza envuelta en ensoñaciones vagas cuyo punto de origen se ignora y cuya destinación se vislumbra apenas. Apercibíalas al pasar por su mente desde el origen misterioso hacia la destinación dudosa. Y le era grato apercibirlas así. A veces, en el campo, una flor abría el cauce de sus sueños; y en la ciudad, un transeúnte cualquiera, una vidriera o la vuelta de la esquina.

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