Hace tiempo que ninguna mamá viene a dejarnos comida. Olvidé el sabor de la leche de vaca, la leche de soya, el queso y la mantequilla de maní. Las cosas más ricas se acabaron los primeros días y ya no sabemos de frascos de Nutella, ni de alcaparras o de Chips Ahoy! Ahora solo conocemos los tallarines con salsa de sobre, el Nescafé, el té que, más que en hebras, viene en polvo, y esas gigantescas e inacabables bolsas de galletas de salvado que no puedes comer sin sentir que estás en el desierto de Atacama.
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