Si no se tratara de Mark Twain, cualquier intento de hablar por Dios y sus secuaces celestes sería un intento arrogante de pontificar para plebeyos y gentiles. Pero el robusto sentido del humor del autor de “Tom Sawyer”, incluso fue demasiado para su familia que evitó a lo largo de medio siglo la sátira de “Cartas desde la Tierra”.
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Fuente: La Nacion
“Sampaoli intenta despertar a Alexis”. El título de La Tercera, en las horas previas a la semifinal de hoy contra Perú, confirma que Alexis Sánchez aún no explotó. Es más, perdió 29 balones en cuartos contra Uruguay. En el entretiempo, sus compañeros le dijeron “qué te pasa culiao”. Y Jorge Fucile, su marcador, lo llamó “cagón”. Una imagen lejana a la de su conferencia previa al torneo, cuando asumió liderazgo y hasta reclamó más aliento a los aficionados. Los medios resaltaron su “madurez”. Pero en esa misma conferencia, Alexis, al justificar la presión de los cracks, dijo “somos niños”. Y si fueras aficionado, le preguntó luego un periodista, ¿por qué jugador pagarías la entrada? Alexis se citó él primero y, en segundo lugar, mencionó a Messi, “supuestamente el mejor del mundo”. Esa noche, un programa deportivo habló del “supuestamente”. Recordó que Alexis no había sintonizado con Messi en Barcelona y que Leo, “supuestamente”, llegó a decirle “sos horrible” tras alguna jugada desafortunada. El uruguayo Luis Suárez cubrió con éxito su lugar y Alexis se fue a triunfar al Arsenal inglés.
Hijo de una madre soltera que debía subir a las salitreras a vender mariscos en la calle, Alexis suele ir todas las Navidades a repartir regalos a los niños pobres de Tocopilla, el pueblo natal, en pleno desierto de Atacama, que era territorio boliviano hasta la Guerra del Pacífico (1879-1883). “Ardilla”, que lavaba autos en el cementerio, debutó en la selección mayor de Chile con apenas 16 años. “Vino desde el norte de cabrito a la capital”, dice “El Niño Maravilla”, la cumbia que le dedicó la sonora “Tomo como Rey”. Los técnicos argentinos, célebres por cierto pragmatismo y obsesión por ganar, lo acompañaron en toda su carrera. Claudio Borghi, Marcelo Bielsa, ahora Jorge Sampaoli. Y también Diego Simeone de su paso por River. El colega Danilo Díaz, coautor de “Alexis. El camino de un crack”, me recuerda que en 2009 Eduardo Berizzo, entonces asistente de Bielsa, debía llevar a Sánchez a Sudáfrica. Y que, camino a Ezeiza, Alexis advirtió que su pasaporte estaba vencido. “El Loco nos va a matar”, pensó Berizzo. “Tranquilos”, dijo Alexis, tímido sólo cuando quiere. Encaró hablando de fútbol, de River, de Bielsa, y de él, claro. Logró un “permiso especial”. Como dijo una vez Marcelo Salas, el otro chileno ídolo de River: “es imposible que Alexis te caiga mal”.
“Ver jugar a Alexis -escribieron Jerónimo Parada y Andrés Santa María en el libro “Pelota sudaca”- es, ante todo, ser testigo del despilfarro de poderosísimas fuerzas físicas y espirituales que a veces entran en contradicción con lo útil (llegar al gol)”. “Hay momentos -añaden los autores- en que se come el campo con una generosidad que estremece”. Hablan de “un infante” que “desperdiga goce y fantasía sin límites”. Y que precisa ser libre para “la alegría estética de la creación”, sin “cárceles” tácticas. “Las cosas de momento nacen nomás”, dijo Alexis una vez en una entrevista. Así lo decía Garrincha. Días atrás, Alexis confesó que le gustaría partir desde más atrás. Pero acepta lo que pide Sampaoli porque lo “banca a muerte”. Y porque en la selección, afirma, “jugaría hasta de arquero”.
En plena Copa América, Alexis colgó en la red imágenes con sus perros Atom y Humber. Y, casi como un adolescente, se mostró bailando reggaeton y cantando a One Direction. Ahora llega lo importante. Sampaoli lo alentó especialmente en las últimas horas. A los 26 años, más que Niño Maravilla, La Roja lo precisa como Capitán América.