Fuente: Playground
Esto es lo que pasaría si todos los adolescentes rebeldes, vagos, punkis o incompetentes se juntaran en un mismo colegio. Esto es lo que pasaría si un puñado de jóvenes se atreviera a desobedecer, a tomar la justicia por su mano o simplemente a burlarse de todas las reglas establecidas para rehacerlas de nuevo y a su caótica manera. Esto, y mucho más, es cuanto ocurre en Incompetentes (La Pollera Ediciones), un pequeño libro que en ciertos aspectos podría ser la versión 2.0 de clásicos como El Señor de las Moscas.
Al contrario que en la novela de William Golding, en esta historia los niños ya no son niños y la naturaleza hostil de la isla desierta es en realidad un edificio ocupado en el que un puñado de estudiantes problemáticos, airados y hasta pirómanos tienen que enfrentarse a una nueva vida. Lejos de los lujos familiares. Lejos de el sistema educativo que cuidaba de ellos. Lejos de una idea de futuro limpia y ordenada, los chavales sólo han de luchar para que su pequeña comunidad sobreviva a las adversidades.
Una radiografía generacional
La autora de este pequeño y corrosivo volumen, Constanza Gutiérrez, es una joven chilena que a sus 24 años se estrena en el mundo de la narrativa. Aunque ya había participado en revistas y antologías, e incluso recibido el primer premio en el Concurso Roberto Bolaño que se concede en su país, esta es su primera publicación en solitario. A pesar de la delgadez de Incompetentes —casi no supera las 70 páginas— las palabras que lo componen consiguen que tenga un peso enorme, desmesurado, imposible.
Porque en realidad Gutiérrez no nos está narrando solo la vida imaginaria de un puñado de muchachos que juegan a ser adultos y que aman quemar aquello que no les convence. De lo que la autora nos está hablando aquí es de toda una generación. La nuestra. La de todos esos niños que podían haberlo tenido todo pero que se vieron obligados a crecer en un mundo en el que en realidad no había nada. Precariedad, desconfianza, velocidad, comida basura, la frialdad de una habitación que ya no huele ni a papá ni a mamá.
Incompetentes es nuestra radiografía. Nuestro vivo retrato cuando salimos del hogar materno y tenemos que trabajar. Nuestra definición más exacta en el diccionario de la vida moderna. Nuestra instantánea más certera, en el justo momento en que estamos desperezándonos toca tomar esa enorme decisión: ¿me quedo aquí tirado, o salgo a pelear? Gracias a Constanza Gutiérrez, entonces, por escribir sobre nosotros. Por darnos toda esta fuerza.