En 1907, cuatro años después del estreno de la obra de teatro titulada “Peter Pan, o el niño que no quería crecer”, la inquietud del público por el destino de la coprotagonista de la historia, Wendy Darling, obligó a James M. Barrie a incluir un epílogo sobre ella en la representación. Pocos sabían entonces el devenir de la niña que fue arrastrada junto a sus hermanos a las tierras de Nunca Jamás y que, permitiéndose soñar por última vez, se entrega con dignidad a su destino.
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