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“El género corto” por Marco Antonio de la Parra en La Segunda

El cuento es un género precioso, y el buen cuento un bien escaso. No se trata de una novela corta, aunque un volumen de relatos puede funcionar como el boceto novelesco de una narración de más aliento. Es a veces un dibujo sobre la arena que espera que el viento del lector lo deshaga en la memoria. Otras veces es una figura inolvidable, un gesto suficientemente rudo para que la memoria no lo desenhebre como un sueño al despertar. Es el nocaut de Cortázar que dice que la novela gana por puntos. Sin embargo hay cuentos que apenas son un round, donde el resto del combate se imagina.

Una figura emergente en la tradición rioplatense del cuento corto es Samanta Schweblin, que recibió en España el premio internacional Ribera del Duero. Su volumen “Siete casas vacías” deja en claro que llegó a la literatura para quedarse. Su prosa es oblicua, su mirada es de asombro, y sus imágenes visitan el grotesco cruzándolo con lo disfuncional, yendo y viniendo en una escritura impecable. Lo ha editado Páginas de Espuma, los mismos que han decidido publicar todos los cuentos de Chéjov, una proeza como subir el Himalaya. Como para conseguirlo o encargarlo.

De este lado de la cordillera, una grata sorpresa es Federico Zurita Hecht con “Lo insondable”, publicado por La Pollera Ediciones. Una suerte de novela fragmentada protagonizada por filólogos y científicos encabezados por Cirilo Llewellyn, profesor de Literatura de un cierto país sudamericano, testigo de los enredos adúlteros de un profesor albanés y una pareja alemana comunista en medio de un fin de siglo de demolición de utopías.

Con momentos de Borges y juegos a lo Perec, el autor que sufre las secuelas del efecto Bolaño y para bien. Entretiene, despercude, abre y cierra su intriga sin dejar de perder cierto tono de tratado literario cómico. Detrás de su particular sentido del humor están todas las vanguardias históricas latinoamericanas: Macedonio, Felisberto, César Aira, nuestro Juan Emar, Martín Adán y el Manifiesto Antropofágico. Total y alegremente legible, “Lo insondable” asegura una trayectoria genial por delante. De esas cosas que levantan un aplauso por las editoriales independientes, y por las librerías que los ponen en sus escaparates, esta vez la del GAM.

 

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