“Poema de Chile” por Rodrigo Pinto en Revista El Sábado

La historia de este libro es rara y singularmente injusta. Tan injusta, en realidad, como el extraño trato que ha recibido Gabriela Mistral, tan ícono del orgullo patrio como escasamente leída y realmente apreciada. Hay actos de reparación -como las estupendas ediciones de Tala y Lagar por parte de la UDP-, que la sacan de la academia y la devuelven a los lectores de a pie. A ellos se suma esta edición -la más completa hasta la fecha- de su libro más ignorado y al que probablemente le dedicó más trabajo, 20 años; y no alcanzó a publicarlo en vida. En 1967 apareció una primera edición, realizada por Doris Dana, que pasó totalmente desapercibida; y, claro, eran tiempos agitados no solo por la política, sino que también en el ámbito poético: Lihn y Parra, Neruda y De Rokha, entre otros muchos, animaban una escena compleja y riquísima donde la estampa de la profesora rural no tenía mayor espacio.

Tras la muerte de Doris Dana y la cuidadosa investigación de la enorme cantidad de manuscritos que dejó Mistral, aparecieron 59 poemas que, por métrica, tema y estilo, indudablemente formaban parte de este largo recorrido por Chile de norte a sur, realizado por una mujer fantasma, un indiecito atacameño y un huemul pequeño que celebra, desde luego, la geografía del país y sus hitos más relevantes, pero es mucho más que eso: hay de fondo una exploración similar a la de sus Recados, una pregunta sobre la identidad, una reflexión sobre lo que nos constituye como comunidad cultural, que por sí sola hace de Poema de Chile un libro fundamental en la producción mistraliana. A ello hay que sumar el trabajo de Mistral con el lenguaje. Siempre en octosílabos, pero con distintas rimas y estrofas, la poeta logra un libro singularmente unitario, riquísimo en descubrimientos y versos que escapan largamente del recorrido fijado, como estos: “Porque algunas cosas son / a la vez buenas y malas, / tal como ocurre con hojas / de un lado aterciopeladas / y con el otro te dejan / con la palma ensangrentada. / Casi no parecen hojas, / parecen mujeres malas”. Hay mucho que contar sobre esta cita, pero basta como muestra de una manera de hacer crecer la poesía desde un viaje didáctico hasta una suerte de diario de vida que va llenando cada vez más de sentidos distintos sus páginas. Es de esperar que esta edición tenga mejor suerte que la de 1967, tanto porque es mucho más completa (59 de los 130 poemas estaban inéditos) como porque el libro se lo merece.